P Á G I N A S
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EMPODERAMIENTO E IDENTIDAD FEMENINA
Dado que el empoderamiento requiere crear en las mujeres primero la conciencia sobre la discriminación de la que son objeto, ello implica promover cambios en la identidad de género y en la evolución de la identidad personal.
En el sistema patriarcal, la sexualidad es el eje de la identidad femenina y está en la base de la condición femenina. Dentro de este sistema la característica central de la condición de ser mujer, es haber sido expropiada de su sexualidad, el ser considerada cuerpo para otros, ya sea para entregarse al hombre o para procrear, lo cual ha impedido a la mujer ser considerada como sujeto histórico-social, porque es vista como un hecho de la naturaleza.
(...) La situación específica en que las mujeres viven sus desigualdades (clase, etnia, raza, lengua, etc) o cualquier otra dimensión de la identidad está sobrevalorada y suele servir para hacer distintas a las mujeres y separarlas unas de otras. (...)
Los atributos de género asignado a las mujeres, como ha señalado Marcela Lagarde, son: la afectividad, la ignorancia (conocer pragmáticamente el mundo, a partir de lo formal y lo aparente), la acriticidad, culpabilizarse y culpar a otros, preservar la cultura, preservar la sociedad, preservar el orden político y el orden axiológico (lo bueno y lo malo, lo debido y lo indebido), ser “purificadoras” del mundo y encargarse de la vida de los otros.
Otro mecanismo que también está en la identidad femenina es una falta de límites entre el yo y los otros, lo que da lugar a la vivencia de la omnipotencia de ser para los otros y una impotencia de ser para sí mismas, como seres separados. Por todo ello un profundo sentimiento subjetivo de las mujeres es el de “dar y dar y sentirse siempre desfalcada”. Este sentimiento de carencia tiene su origen en la dependencia (social, erótica, afectiva, económica, política, jurídica y psicológica) que está en la base de la condición de la mujer.
Por todo lo anterior el empoderamiento de las mujeres pasa por un cambio subjetivo, por una toma de conciencia de su condición y situación genérica, para permitir la evolución del yo personal. Frente al “mí” que es el otro generalizado e incorporado a uno mismo (como en “se dirigió a mí, me miró y me habló un rato”), la persona desarrolla su “yo”. Mientras el “mí” surge como un reflejo de los demás, el “yo” surge a partir de la propia persona; el mí es objeto, el yo es sujeto.
Elvira Cuadra Lira y Sofía Montenegro
Managua, 2002
observatorionacional.org.ni/files/publicacion/1201818903_Las%20claves%20del%20empoderamiento.pdf