P Á G I N A S
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FORMAS DEL SEXISMO: HOSTIL, BENÉVOLO Y AMBIVALENTE
Hoy en día, debido a los avances que han ocurrido en las últimas épocas, el sexismo se ha reconvertido hacia nuevas formas más encubiertas y sutiles y pasa más inadvertido, pero la realidad es que se sigue caracterizando por un tratamiento desigual hacia las mujeres. Entre los autores que han estudiado el sexismo se encuentran Glick & Fiske (1997), quienes lo entienden como una construcción social que incluye dos tipos de sexismo: el hostil y el benévolo, y ambos sirven para mantener el patriarcado. Los componentes del sexismo hostil son el paternalismo dominador, la diferenciación de género competitiva y la hostilidad heterosexual. El primero justifica la dominancia masculina, ya que supone que las mujeres son más débiles e inferiores que los hombres; el segundo se refiere a la idea de que las mujeres no poseen las cualidades necesarias para gobernar las instituciones sociales, por lo cual deben quedarse dentro del ámbito de la familia y el hogar. El tercer componente se refiere al supuesto poder sexual por el cual las mujeres son peligrosas y manipulan a los hombres. El sexismo benévolo se refiere a las actitudes supuestamente más positivas de los hombres hacia las mujeres (sólo hacia las que cumplen los roles tradicionales): el paternalismo protector, la idealización de las mujeres y el deseo por relaciones íntimas. Glick & Fiske propusieron la teoría del sexismo ambivalente, con la cual explican la ambivalencia de sentimientos debido a la interdependencia que tienen los hombres y las mujeres. El sexismo hostil sirve para justificar el poder masculino, los roles tradicionales y el trato hacia la mujer como objeto sexual. El sexismo benévolo, por el contrario, justifica de manera más amable la dominación, reconoce la dependencia del hombre con respecto a la mujer y plantea una visión romántica de las relaciones sexuales, idealizando a la mujer como esposa y madre (siempre que cumpla con los estereotipos, siendo criaturas puras, sumisas y condescendientes). El sexismo benévolo se acompaña de sentimientos de protección y el sexista lo siente como positivo (y puede incluso ofenderse si la mujer rechaza su protección), pero no deja de ser sexismo, puesto que considera que las mujeres necesitan de un hombre para que las cuide. El sexismo hostil y el benévolo pueden parecer muy distintos en su contenido, pero tienen supuestos comunes: que las mujeres son el sexo débil (sin poder), que ambos fortalecen los roles tradicionales (la diferenciación de actividades por sexo) y que ambos sirven para justificar y mantener las estructuras patriarcales. Las diferencias de poder entre los sexos como consecuencia del patriarcado son racionalizadas por medio de la ideología del paternalismo. El aspecto hostil es el paternalismo dominador, que supone que las mujeres deben ser controladas por el hombre. El paternalismo benévolo supone que los hombres deben proteger a las mujeres debido a su mayor fuerza, poder o autoridad (sobretodo hacia las mujeres que les "pertenecen": esposa, madre, hijas). Estas nuevas formas de sexismo son llamadas también sexismo moderno y están basadas en: a) la negación de la discriminación b) el antagonismo ante las demandas que hacen las mujeres y c) el resentimiento acerca de las políticas de apoyo que consiguen Es necesario reconocer el efecto negativo de este nuevo sexismo (igual que del viejo) para conseguir la igualdad de los sexos, así como el perjuicio que oculta el sexismo benévolo bajo su aspecto de afecto positivo. El sexismo benevolente puede ser más difícil de combatir que el hostil porque pasa inadvertido.
La verdadera libertad para hombres y mujeres está en la superación de los estereotipos, en la posibilidad de que todos los seres humanos puedan hacer suyos los valores que deseen sin encasillamientos rígidos y absurdos.
Pintura: Código de CaballeríaFuente: www.iconocast.org